martes, 6 de julio de 2010

LOS OCHO PASOS

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Para ayudar a que los practicantes desarrollen
esta meditación, los comentadores y maestros de meditación han indicado ocho pasos
progresivos en la práctica. Estos ocho pasos serán enumerados primero, y luego,
explicados en relación con el proceso meditativo real.


Los nombres de los ocho pasos son:

conteo (gananà); seguimiento (anubandhana);
contacto (phusana); fijación (thapana); observación (sallakkhana); alejamiento
(vivattana), purificación (parisuddhi); y retrospección (patipassanà).

Los ocho cubren el curso completo del desarrollo
meditativo hasta alcanzar el estado de Arahat.
(i) Conteo (gananà)

El conteo se indica para aquellas personas que
nunca antes han practicado ànàpàna-sati. No es necesario para quienes han
practicado meditación durante un período considerable de tiempo. Sin embargo,
como es necesario tener un conocimiento de esto, el conteo debe entenderse de
la siguiente manera.

Cuando un meditador se sienta a meditar, fija su
atención en la punta de su nariz y atiende conscientemente a la secuencia de
inhalación y exhalación. Nota mientras el aire entra, y nota cuando sale,
tocando nuevamente la punta de su nariz o el labio superior. En este momento
empieza a contar estos movimientos.

Hay cuatro métodos de conteo. El más fácil se
explica así: La primera inhalación-exhalación que se siente se cuenta
"uno, uno"; la segunda "dos, dos"; la tercera "tres, tres";
la cuarta "cuatro, cuatro", la quinta "cinco, cinco", y así
hasta la décima inhalación que se cuenta "diez, diez". Luego vuelve a
"uno, uno" y continúa hasta "diez, diez". Esto se repite
una y otra vez del uno al diez.

En si, el sólo hecho de contar no es la
meditación, pero el conteo ha llegado a ser un auxiliar esencial para la
meditación. Una persona que no ha practicado meditación antes, al encontrar
difícil de entender la naturaleza de su mente, podría pensar que está meditando
mientras que su mente corre a troche y moche. El conteo es un método fácil para
controlar la mente errante.

Si una persona fija bien su atención en su
meditación, puede mantener correctamente el conteo. Si su mente vuela en todas
direcciones, y pierde el conteo, esa persona se confunde y así puede darse
cuenta de que su mente ha divagado. Si la mente pierde contacto con el conteo,
el meditador debe comenzar nuevamente a contar. De esta manera deberá iniciar
nuevamente el conteo desde el principio, aun si se equivoca mil veces.

Conforme se desarrolla la práctica, puede haber un
tiempo en el que la inhalación y la exhalación son más frecuentes y no es
posible repetir el mismo número muchas veces. Entonces, el meditador tiene que
contar rápidamente "uno", "dos", "tres", etc. Cuando
cuenta de esta manera puede comprender la diferencia entre la inhalación y
exhalación prolongada y la inhalación y exhalación breves.

(ii) Seguimiento (anubandhana)

"Seguimiento" significa seguir la
respiración con la mente. Cuando la mente ha sido sometida por el conteo y está
fija en la inhalación y exhalación, el conteo se detiene y se reemplaza por el
seguimiento mental del curso de la respiración. Esto está explicado por el
Buddha de la siguiente forma:

"Cuando el meditador inhala prolongadamente
comprende que está inhalando prolongadamente; y cuando está exhalando
prolongadamente, comprende que está exhalando prolongadamente."

Aquí, uno no toma deliberadamente una inhalación
prolongada o una exhalación prolongada. Uno simplemente comprende lo que está
ocurriendo en realidad.

En el siguiente pasaje, el Buddha ha declarado que
un meditador se entrena a sí mismo pensando:

"Inhalaré experimentando la totalidad del
cuerpo, y exhalaré experimentando la totalidad del cuerpo."

Aquí, "la totalidad del cuerpo"
significa el ciclo completo de inhalación y exhalación.
El meditador debe fijar su atención de tal forma
que pueda ver el principio, el medio y el final de cada ciclo de inhalación y
exhalación. Es esta la práctica llamada "experimentando la totalidad del
cuerpo."
El principio, el medio y el final de la
respiración deben entenderse correctamente. Es incorrecto considerar la punta
de la nariz como el principio de la respiración, el pecho como el centro, y el
obligo como el final. Si uno intenta rastrear la respiración desde la nariz a
través del pecho hasta el vientre, o seguirla en su salida desde el vientre a
través del pecho hasta la nariz, la concentración de uno será interrumpida y la
mente se volverá agitada. El principio de la inhalación, entendida
adecuadamente, es el inicio de la inhalación, el medio es la continuación de la
inhalación y el fin es cuando se ha completado la inhalación. De igual forma,
respecto a la exhalación, el inicio es el principio de la exhalación el medio
es la continuación de la exhalación y el fin es cuando se ha completado la
exhalación. "Experimentar la totalidad del cuerpo" significa estar
alerta al ciclo completo de cada inhalación y exhalación, manteniendo la mente
fija en el punto alrededor de las fosas nasales o en el labio superior, en
donde se siente la entrada y la salida del aire.

Este trabajo de contemplación de la respiración en
el área que circunda las fosas nasales, sin seguir su entrada y salida del
cuerpo, se ilustra en los comentarios con los ejemplos del portero y la sierra.

Así como el portero examina a cada persona que
entra y sale de la ciudad sólo mientras pasa a través de la puerta, sin
seguirlo hacia adentro o hacia afuera de la ciudad, así el meditador debe estar
atento a cada respiración sólo mientras pasa a través de las fosas nasales, sin
seguirlo al interior o al exterior del cuerpo.

Así como un hombre aserrando un tronco mantendrá
su atención fija en el punto en donde los dientes de la sierra cortan a través
de la madera, sin seguir el movimiento de los dientes hacia adelante y atrás,
así el meditador debe contemplar la respiración como va y viene alrededor de
las fosas nasales, sin dejar que su atención se distraiga por el paso interior
y exterior de la respiración a través del cuerpo.

Cuando una persona medita seriamente de esta
forma, viendo el proceso entero, un gozoso estremecimiento penetra su mente. Y
ya que la mente no vaga, todo el cuerpo se calma, sintiéndose fresco y
confortable.

(iii) Contacto (phusana) y (iv) Fijación (thapana)

Estos dos aspectos de la práctica indican el
desarrollo de una concentración más fuerte. Cuando se mantiene la atención
plena en la respiración, la respiración en sí llega a ser más y más sutil y
tranquila. Como resultado, el cuerpo se calma y cesa la sensación de fatiga. El
dolor corporal y el adormecimiento desaparecen, y el cuerpo comienza a sentir
un confort estimulante, como su hubiera sido rociado con una brisa fresca y
suave.

En ese momento, debido a la tranquilidad de la
mente, la respiración se vuelve cada vez más fina hasta que parece que ha
cesado. A veces esta condición se prolonga durante muchos minutos. Esto es
cuando la respiración deja de ser "sentida". En este momento es
cuando algunas personas se sienten alarmadas pensando que su respiración ha
cesado, pero no es así. La respiración existe, pero en una forma muy delicada y
sutil. No importa cuán sutil llegue a ser la respiración, uno debe mantenerse
atento todavía al contacto (phusana) del aire en el área de las fosas nasales
sin perder noción de ello. La mente se libera entonces de los cinco obstáculos
-deseo sensual, enojo, somnolencia, agitación y duda. Como resultado uno se
siente calmado y gozoso.

Ésta es la etapa en que los "signos" o
imágenes mentales aparecen anunciando el triunfo de la concentración. Primero
viene el signo del aprendizaje (uggaha-nimitta), luego el signo de la
contraparte (patibhàga-nimitta). Para algunos, el signo aparece como una mota
de algodón, como una luz eléctrica, una cadena de plata, como neblina o como
una rueda. Al Buddha se le apareció como la clara y brillante luz del sol de
medio día.

El signo del aprendizaje es inestable, se mueve
aquí y allá, arriba y abajo. Pero el signo de la contraparte que aparece en el
punto donde terminan las fosas nasales es fijo, quieto, sin movimiento . En
este momento no hay obstáculos, la mente es de lo más activa y extremadamente
tranquila. Esta etapa es explicada por el Buddha cuando manifiesta que uno
inhala tranquilizando la actividad del cuerpo, uno exhala tranquilizando la
actividad del cuerpo.

El surgimiento del signo de la contraparte y la
supresión de los cinco obstáculos marca el logro del acceso a la concentración
(upacàra-samàdhi). Posteriormente, conforme se desarrolla la concentración, el
meditador logra la completa absorción (appanà-samàdhi), comenzando con la
primera jhàna. Con la práctica del ànàpàna-sati pueden lograrse cuatro etapas
de absorción es decir, la primera, segunda, tercera y cuarta jhànas. A estas
etapas de concentración profunda se les llama "fijación" (thapana).

(v) Observación (sallakkhana)-(viii)
Recapitulación (patipassanà)

Una persona que ha alcanzado una jhàna no deberá
detenerse ahí, sino continuar hasta desarrollar la meditación de introspección
(vipassanà). A las etapas de introspección se les llama "observación"
(sallakhana). Cuando la introspección logra su clímax, el meditador alcanza los
senderos supramundanos, comenzando con la etapa de la entrada en la corriente.
Debido a que estos senderos alejan los grilletes que lo unen a uno al ciclo de
nacimiento y muerte, se les llama "alejamiento" (vivattana).

Los senderos son seguidos por su respectivo estado
de fruición; esta etapa es llamada de la "purificación" (parisuddhi)
ya que uno ha sido limpiado de sus impurezas. De ahí en adelante uno logra la
etapa final, el conocimiento de recapitulación, llamado retrospección
(patipassanà) ya que uno ve hacia atrás el propio camino de progresos y logros,
en su totalidad. Ésta es una revisión breve de las etapas principales a lo largo
del camino al Nibbàna, basado en la meditación de ànàpàna-sati. Ahora
examinemos el curso de la práctica en términos de las siete etapas de
purificación.



LAS SIETE ETAPAS DE PURIFICACIÓN

La persona que ha asumido la práctica comienza
estableciéndose a sí misma en un código moral adecuado. Si es un laico, primero
establece los cinco preceptos o los diez preceptos. Si es un bhikkhu, comienza
su meditación mientras mantiene escrupulosamente el código moral prescrito para
él. La observancia ininterrumpida de su código moral respectivo constituye la
purificación de la moralidad (sìla-visuddhi).
Después, él se aplica a su tópico de meditación, y
como resultado, los obstáculos llegan a ser subyugados y la mente se fija en la
concentración. Esta es la purificación de la mente (citta-visuddhi) - la mente
en la que los obstáculos ya han sido superados completamente - e incluye tanto
el acceso a la concentración como las cuatro jhànas.

Cuando el meditador está bien establecido en la
concentración, el siguiente paso es volver su atención a la meditación de
introspección. Para desarrollar la introspección en base del ànàpàna-sati, el
meditador considerará primero que este proceso de inhalar y exhalar es
únicamente forma, una serie de eventos corporales -no un "yo" o ego.
Los factores mentales que contemplan la respiración son, en cambio, sólo mente,
una serie de eventos mentales -no un "yo" o ego. Esta discriminación
de mente y materia (nàma-rùpa) es llamada la purificación de la visión
(ditthi-visuddhi).

Aquel que ha llegado a esta etapa comprende el
proceso de inhalación y exhalación por medio de las condiciones de surgimiento
y cesación de los fenómenos corporales y mentales involucrados en el proceso de
la respiración. Este conocimiento, que llega a extenderse a todos los fenómenos
corporales y mentales en términos de su surgimiento dependiente, se llama la
comprensión de las condiciones. Conforme madura el entendimiento, se desvanecen
todas las dudas concebidas por él, en relación al pasado, futuro y presente. Por
lo tanto, esta etapa es llamada "purificación mediante la trascendencia de
las dudas."

Después de haber entendido las relaciones causales
de mente y materia, el meditador procede a la meditación de introspección, y en
su momento surge la sabiduría "viendo el surgir y cesar de las
cosas". Cuando el meditador inhala y exhala, ve los estados corporales y
mentales surgiendo y cesando de existir momento a momento. Conforme se vuelve
más clara esta sabiduría, la mente se ilumina y surgen la felicidad y la tranquilidad,
junto con la fe, el esfuerzo, la atención plena, la sabiduría y la ecuanimidad.

Cuando aparecen estos factores, él reflexiona en
ellos, observando sus tres características de impermanencia, sufrimiento y
ausencia de ego. A la sabiduría que distingue entre los resultados regocijantes
de la práctica y la tarea de la contemplación sin apego, se le llama
"purificación por el conocimiento y la visión del verdadero sendero y del
falso sendero" Su mente, purificada así, ve muy claramente el surgimiento
y cesación de la mente y la materia.

Luego ve, con cada inhalación y exhalación, el
rompimiento de los fenómenos concomitantes mentales y corporales, los cuales
aparecen exactamente como la explosión de las burbujas en una olla con arroz
hirviente, o como el rompimiento de las burbujas cuando llueve en un charco de
agua, o como el crujir de las semillas de mostaza o ajonjolí cuando se las pone
en una sartén al rojo vivo. Esta sabiduría que ve el rompimiento constante e
instantáneo de los fenómenos mentales y corporales es llamada "el
conocimiento de disolución". A través de esta sabiduría se adquiere la
habilidad de ver cómo todos los factores de la mente y el cuerpo en todas
partes del mundo surgen y desaparecen.

Luego surge en él la sabiduría que ve todos estos
fenómenos como un espectáculo temible. Ve que en ninguna de las esferas de
existencia, ni siquiera en los planos celestiales, hay un placer o felicidad
genuinos, y comprende el infortunio y el peligro.

Entonces concibe una repugnancia hacia toda la
existencia condicionada.

Emerge en él un urgente deseo de liberarse del
mundo y un intenso deseo de liberación. Luego, al considerar los medios para
liberarse a sí mismo, surge ahí en él un estado de sabiduría que inmediatamente
capta la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia de ego, y conduce a
niveles sutiles y profundos de introspección.

Ahora aparece en él la compresión de que los
agregados de la mente y el cuerpo que aparecen en todos los sistemas del mundo
están afligidos por el sufrimiento, y se da cuenta de que el estado de Nibbàna,
que trasciende el mundo, es enormemente pacífico y confortante. Cuando
comprende esta situación, su mente alcanza el conocimiento de la ecuanimidad
acerca de las formaciones. Éste es el clímax de la meditación de introspección,
llamada "purificación por el conocimiento y visión de progreso."

Conforme se vuelve inmutable, aumenta su destreza
en la meditación, y cuando sus facultades están totalmente maduras entra al
proceso cognitivo del sendero de la entrada en la corriente (sotàpatti). Con el
sendero de la entrada en la corriente, él realiza Nibbàna y comprende
directamente las Cuatro Nobles Verdades. El sendero es seguido por dos o tres
momentos del fruto de la entrada en la corriente, por los cuales él disfruta de
los frutos de su logro. De ahí en adelante surge ahí el conocimiento de
recapitulación, por medio del cual él reflexiona en su progreso y su logro.

Si uno continúa la meditación con aspiración
seria, desarrollará de un modo nuevo las etapas del conocimiento de
introspección y realiza los tres más elevados senderos y sus frutos: del que
retorna una vez más, del que no retorna y del Arahat. Estos logros, junto con
la entrada en la corriente, forman la séptima etapa de purificación,
purificación por el conocimiento y visión. Con cada uno de estos logros se da
cuenta plenamente del significado de las Cuatro Nobles Verdades, que hasta
entonces había sido inalcanzado a lo largo de la propia permanencia prolongada
en el ciclo de renacimientos. Como resultado, todos las impurezas contenidas en
la mente son arrancadas y destruidas, y la mente de uno se vuelve completamente
pura y limpia. Entonces, uno realiza el estado de Nibbàna, en el que uno es
liberado de todo el sufrimiento de nacer, envejecer y morir, del pesar, de la
lamentación, del dolor, de la aflicción y desesperación.


CONCLUSIÓN


Nacimientos como los nuestros son raros en el
samsàra. Hemos sido afortunados de encontrar el mensaje del Buddha, de
disfrutar la asociación con buenos amigos, de tener la oportunidad de escuchar
el Dhamma. Como hemos estado dotados con todos estas bendiciones, si nuestras
aspiraciones maduran, podemos alcanzar, en esta vida, el objetivo final del
Nibbàna a través de sus etapas graduales de la entrada en la corriente, del que
retorna una vez, del que no retorna y del estado de Arahat. Por lo tanto,
hagamos que nuestra vida fructifique desarrollando regularmente la meditación
del ànàpàna-sati. Habiendo recibido las instrucciones adecuadas de cómo
practicar este método de meditación, uno deberá purificar la propia virtud
moral, observando los preceptos y ofreciendo la propia vida a la Triple Joya.
Uno deberá elegir un tiempo conveniente para la
meditación y practicar con la mayor regularidad, reservando el mismo período de
tiempo cada día para la propia práctica. Uno podría comenzar reflexionando
brevemente sobre las abundantes virtudes del Buddha, extendiendo la
benevolencia hacia todos lo seres, reflexionando en el aspecto repulsivo del
cuerpo y considerando la inevitabilidad de la muerte. Luego, haciendo emerger
la confianza de que uno está caminando por el sendero hacia el Nibbàna,
transitado por todos los iluminados del pasado, deberá progresar en el camino
de la meditación y esforzarse con diligente empeño.

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